Fue descubierto por el Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, ubicado en un predio en el municipio de Teuchitlán, Jalisco, y era mejor conocido como Rancho Izaguirre.
En el lugar se hallaron varias fosas, hornos clandestinos droga espolvoreada y objetos personales como ropa, mochilas, libretas, entre otros.
Además se presume que este lugar se usaba como un centro de reclutamiento y exterminio por parte del CJNG, donde decenas de jóvenes eran llevados engañados, entrenados y forzados a unirse a las filas de la organización criminal.
La periodista Azucena Uresti, y la líder del Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, Indira Navarro, compartieron el testimonio de un joven que, supuestamente, fue víctima del reclutamiento en el Rancho Izaguirre.
Los jóvenes reclutados llegaban a las terminales de autobuses, donde les ofrecían trabajos bien remunerados, pero al llegar al Rancho Izaguirre, se encontraban con una realidad completamente distinta.
Llegando al lugar, les avisaban qué vehículo los recogería; al subir los despojaban de sus pertenencias y les vendaban los ojos. Hacían un recorrido de aproximadamente una hora para arribar al centro de reclutamiento y exterminio en Teuchitlán.
Esta podría ser la razón del porqué se encontraron en el lugar gran cantidad de maletas y mochilas encontradas en el predio.
El joven menciona en su relato que todos los que eran reclutados estaban obligados a participar en la construcción de fosas clandestinas, donde los cuerpos eran quemados en hornos improvisados y enterrados en camas de piedras o ladrillos.
Además eran sometidos todo el día a un entrenamiento físico extremo con llantas de autos, simulaciones de combate con gomas de gotcha, pasos pecho tierra bajo alambres de púas, laberintos, etc.
Si alguien se quejaban, se caían o fallaban en los ejercicios, los mataban, incluso mencionó que hubo algunas mujeres, pero estas nunca pudieron completar el “entrenamiento”
Para los jóvenes sobrevivientes del Rancho Izaguirre, este lugar era un “infierno” que vivieron en lo que ellos llamaban “la escuelita del terror” del CJNG.
En esta “escuelita” el entrenamiento se dividía en tres fases:
La primera, en el Rancho Izaguirre, donde eran adoctrinados y sometidos a entrenamientos brutales.
La segunda, en campos de batalla en Michoacán y Zacatecas, donde solo los que sobrevivían pasaban a la siguiente etapa.
La tercera, un entrenamiento más riguroso con exmilitares en la sierra, donde la comunicación era mínima y los que lograban sobrevivir eran considerados los mejores para unirse a los líderes del cártel.
Aquellos que no sobrevivían eran desmembrados en un cuarto llamado “La Carnicería”, para luego llevarlos a quemar y enterrar en las mismas fosas donde las víctimas anteriores habían sido arrojadas.
La líder del colectivo aseguró que las autoridades fiscales de la administración actual están comprometidas para colaborar con la investigación del caso, mientras los peritos forenses trabajan con la evidencia encontrada.
Las autoridades continúan trabajando en el lugar, tratando de recuperar los restos óseos y analizar la magnitud de las atrocidades cometidas en este centro de tortura y exterminio.












